MITOLOGIA
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MITOLOGIA
Esta es mi favorita, ya que no le mande a Tatiana, os pongo a todas. Ya os mandare mas. Me encanta, es largo, pero a mi me gusta. El abuelo e mi abuelo creia en ella.
LA DAMA DEL ANBOTO
De todos los personajes mitológicos unidos a la Tierra, en Euskal Herria, la más difundida es Mari, divinidad de carácter femenino conocida por diversos nombres, pero siempre asociados al nombre del monte en el que habita (la Dama del Anboto, Mari de Txindoki, la Dama de Aralar…). Se dice que su morada favorita es la Cueva de Mari, en la cara Este del monte Anboto, en el Duranguesado.
Mari es la reina de los genios vascos. Se la relaciona con Herensuge o Sugaar (serpiente macho), generándose fuertes tormentas cuando ambos se encuentran en el exterior de sus cuevas.
Mari se ha representado de diferentes maneras, pero generalmente se la distingue como una mujer bella y elegante. Cuando está en el interior de su cueva es habitual representarla con extremidades de animal, mientras que, cuando es vista en el exterior, Mari viaja envuelta en forma de nube de fuego o como una ráfaga de viento.
La Dama vive bajo tierra, en cuevas de altas montañas, saliendo de vez en cuando al exterior a través de pozos, cavernas y conductos subterráneos. Una vez que sale, se desplaza volando para visitar sus diferentes hogares en las sierras montañosas vascas.
No está muy claro el origen de la leyenda de Mari. Lo único claro es que es un mito precristiano, que el campesino vasco no ha conseguido sincretizar con otros mitos cristianos. Hay diferentes versiones del mito de Mari, pero quizá el más emotivo es el relato de Zumaia. Dice la leyenda que una mujer casada y sin hijos, deseaba una hija “aún cuando a los veinte años se la llevara el diablo”. Algún tiempo después, nació una hermosa niña, de tez pálida y cabellos dorados. Cuando la joven estaba a punto de cumplir veinte años, su madre, ante el temor de perderla, la encerró en una urna de cristal, y sólo vivía para vigilarla noche y día. Pero su esfuerzo fue en vano, ya que, en el mismo momento en que cumplía los veinte años, apareció el diablo, quien, rompiendo la urna, se la llevó hasta la cima del Anboto.
Según se cree en la zona de Zegama, Mari aparece en su cueva de Aketegi cada seis años, permaneciendo en ella por tres años. Cuando pasa este tiempo, vuela hasta Txindoki y Anboto, donde se instala por otro trienio. Mientras la Dama está en Txindoki, abundan las nubes en la zona, favoreciendo las cosechas durante esos tres años, y cuando está en Aketegi, se dice que de la sima de la montaña emana un delicioso aroma a pan recién horneado. Cuenta la leyenda que, si te fijas bien, es posible verla viajando de Txindoki a Anboto en forma de una bola de fuego, visible desde la lejanía en las noches de luna llena.
Una de las principales labores de Mari es propagar tempestades, que pueden aplacarse llevando a su cueva diferentes ofrendas, principalmente carneros, aunque, como se dice en Kortezubi, “jamás cae pedrisco en las propiedades de aquellos que anualmente le hacen algún obsequio”. El aldeano vasco ve a Mari como una diosa poseedora de gran justicia, pero también plena de severidad, ya que premia a los hombres de bien, castigando severamente a los que no cumplen sus mandatos. Si alguien necesita ayuda, y la llama con fervor tres veces diciendo: “Aketegiko dama”, Mari se coloca sobre su cabeza, dispuesta a ayudar a quien cree en ella.
Y tú, ¿crees en ella?
LA DAMA DEL ANBOTO
De todos los personajes mitológicos unidos a la Tierra, en Euskal Herria, la más difundida es Mari, divinidad de carácter femenino conocida por diversos nombres, pero siempre asociados al nombre del monte en el que habita (la Dama del Anboto, Mari de Txindoki, la Dama de Aralar…). Se dice que su morada favorita es la Cueva de Mari, en la cara Este del monte Anboto, en el Duranguesado.
Mari es la reina de los genios vascos. Se la relaciona con Herensuge o Sugaar (serpiente macho), generándose fuertes tormentas cuando ambos se encuentran en el exterior de sus cuevas.
Mari se ha representado de diferentes maneras, pero generalmente se la distingue como una mujer bella y elegante. Cuando está en el interior de su cueva es habitual representarla con extremidades de animal, mientras que, cuando es vista en el exterior, Mari viaja envuelta en forma de nube de fuego o como una ráfaga de viento.
La Dama vive bajo tierra, en cuevas de altas montañas, saliendo de vez en cuando al exterior a través de pozos, cavernas y conductos subterráneos. Una vez que sale, se desplaza volando para visitar sus diferentes hogares en las sierras montañosas vascas.
No está muy claro el origen de la leyenda de Mari. Lo único claro es que es un mito precristiano, que el campesino vasco no ha conseguido sincretizar con otros mitos cristianos. Hay diferentes versiones del mito de Mari, pero quizá el más emotivo es el relato de Zumaia. Dice la leyenda que una mujer casada y sin hijos, deseaba una hija “aún cuando a los veinte años se la llevara el diablo”. Algún tiempo después, nació una hermosa niña, de tez pálida y cabellos dorados. Cuando la joven estaba a punto de cumplir veinte años, su madre, ante el temor de perderla, la encerró en una urna de cristal, y sólo vivía para vigilarla noche y día. Pero su esfuerzo fue en vano, ya que, en el mismo momento en que cumplía los veinte años, apareció el diablo, quien, rompiendo la urna, se la llevó hasta la cima del Anboto.
Según se cree en la zona de Zegama, Mari aparece en su cueva de Aketegi cada seis años, permaneciendo en ella por tres años. Cuando pasa este tiempo, vuela hasta Txindoki y Anboto, donde se instala por otro trienio. Mientras la Dama está en Txindoki, abundan las nubes en la zona, favoreciendo las cosechas durante esos tres años, y cuando está en Aketegi, se dice que de la sima de la montaña emana un delicioso aroma a pan recién horneado. Cuenta la leyenda que, si te fijas bien, es posible verla viajando de Txindoki a Anboto en forma de una bola de fuego, visible desde la lejanía en las noches de luna llena.
Una de las principales labores de Mari es propagar tempestades, que pueden aplacarse llevando a su cueva diferentes ofrendas, principalmente carneros, aunque, como se dice en Kortezubi, “jamás cae pedrisco en las propiedades de aquellos que anualmente le hacen algún obsequio”. El aldeano vasco ve a Mari como una diosa poseedora de gran justicia, pero también plena de severidad, ya que premia a los hombres de bien, castigando severamente a los que no cumplen sus mandatos. Si alguien necesita ayuda, y la llama con fervor tres veces diciendo: “Aketegiko dama”, Mari se coloca sobre su cabeza, dispuesta a ayudar a quien cree en ella.
Y tú, ¿crees en ella?
Nere- Mensajes : 194
Fecha de inscripción : 07/02/2009
Edad : 38
Localización : Gipuzkoa
Re: MITOLOGIA
esta es una de las ke le mandé a jackie!! sabia ke era esta la ke mas te gustaba jejeje a mi tb me enkanta
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